Francisco de Quevedo y Villegas, siglo XVII... Mariano José de Larra, siglo XIX... ¿Qué tienen en común estos dos personajes, aparentemente tan diferentes y anacrónicos? Tal vez la visión pesimista ante el atraso de su país y su genialidad al encontrar en la literatura el medio para sacar fuera los trapos sucios de una sociedad que, con el paso del tiempo, sigue siendo la misma de siempre.